La vida, Dios, la Pacha Mama, Alá o quien quieras que sea según tus
creencias, este año nos presentó otra prueba de la que nadie pudo escapar.
Comenzó el 2020 lleno de promesas, deseos y sueños, y como Dios ríe mientras nosotros, los humanos, hacemos planes, se desencadenó algo desconocido que fue bautizado como Covid 19.
Se tejieron a su alrededor miles de teorías, desde las conspirativas hasta el castigo de la naturaleza por el daño que le estamos ocasionando. Yo no tengo la menor idea de la génesis de esta descontrolada pandemia que nos azota de un modo inesperado e inmanejable, lo que sí sé es que puso sobre el tapete de nuestra imprecisa realidad, una serie de desconocidos fenómenos naturales y humanos que terminaron de descolocar nuestra frágil existencia.
Dentro de los naturales, podemos detallar un sinfín de fenómenos, como
el paseo por las grandes ciudades de seres vivos que no pertenecen a la raza
humana, y así se vieron una cantidad importante de animales que tomaron las
calles como diciendo esto a nosotros también nos pertenece, fuimos desplazados
por la civilización con rutas, vehículos y manos desaprensivas que nos
obligaron a vivir recluidos en espacios que a veces también destruyeron, como
los bosques, las selva, el desvío del cauce de los ríos y otras tantas acciones
que se llevaron la vida de muchos de nosotros.
El cielo se limpió por la falta de la contaminación del hombre, y como
esto, hay un catálogo puesto a disposición por la naturaleza para que cuando lo
olvidemos, cosa que ya hemos hecho porque todo volvió a la “normalidad”,
recurramos a él para recrear la vida con el ser humano desactivado. ¿Qué
paradoja no? Volvimos lentamente a nuestras vidas y todo ese encanto duró nada
en desaparecer
Las personas pagamos y seguiremos pagando caro los efectos de esta
realidad que no hizo más que poner de manifiesto la naturaleza misma del
hombre. El desbalance terrible que se produjo entre la tierra y lo que llamamos
civilización, se expuso de un modo brutal.
Así comenzó ya no sólo la batalla contra el virus sino también la
batalla del hombre contra el hombre. Todas las miserias quedaron tan expuestas
que a veces, a los que aún tiene la capacidad de la famosa y no siempre tan
ponderada autocrítica, los dejó en el medio de dos males, la enfermedad y el
poder, aunque no sólo el poder quedó expuesto sino que muchas veces el egoísmo
y la falta de empatía del hombre común, también hirió de muerte a una sociedad
hoy totalmente en estado de desamparo.
Y no me digan que estoy metiendo a todos en la misma
bolsa, porque de verdad, estamos todos en la misma bolsa ya sea por acción o
por omisión. Cómo no crisparse, cómo pretender parar esa rabia que nos nace de
las entrañas si somos caníbales de nuestro prójimo. Si la vida es una escuela,
lamentablemente de ella no hemos aprendido nada. Basta mirar a nuestro
alrededor para darnos cuenta que perdimos el respeto por esa escuela y que nada
nos importa a la hora de esquivar las
responsabilidades que nos toca.
Violentamos a nuestros niños, deshonramos a nuestros
ancianos, negociamos con las enfermedades, sometemos a los seres humanos a
crueles experimentos como si fueran conejillos de india, y por sobre todo,
hemos perdido la capacidad de mirar a nuestro lado para ver si el que nos roza
necesita algo.
Yo, como persona de riesgo, no me muevo de mi casa desde el mes de
marzo. Pero llegó un momento en el que mi mente comenzó a jugar conmigo
llevándome a estados de ánimo para mí desconocidos. Hice todo tipo de
actividades para entretenerme y no estar pegada al televisor que sólo trae
malas noticias. Estaba tan sensible y quizás algo temerosa, que una noche
viendo una película, era la una de la mañana, sentí en el árbol de mi vereda el
canto de un pájaro, me dije, ahora sí que estoy en el horno, porque escuchar
cantar pájaros a esa hora era incomprensible o yo me estaba volviendo un tanto
loca. Pensé que lo mejor era olvidarlo, pero ésto se reiteró por varias noches.
Como soy muy curiosa, busqué por Internet y allí me desburré un poco. Existen
pájaros que duermen de día y cantan de noche, aves que ni por casualidad son
nativas de mi zona. Descarté ese hecho y seguí buscando. Luego de navegar por
horas para tener al menos algo que calmara mi incertidumbre, encuentro un
artículo en el que decía que vecinos de La Plata, Provincia de Buenos Aires,
estaban muy preocupados porque sentían el trinar de las aves por la noche.
Luego de investigarse el tema para tranquilizar a los habitantes de la zona, un
experto llegó a la conclusión de que la nueva luminaria LED genera confusión en
lo pájaros y creen que es de día y es por eso que salen y cantan como si fuera
efectivamente de día.
Ese simple hecho me hizo reflexionar sobre un montón de otras
situaciones. Los famosos cantos de sirenas que hoy en mí despiertan mayor relevancia.
No quiero dejar pasar lo de los pájaros, ¿alguien habrá pensado en semejante
distorsión ambiental cuando nos llenaron de LED las calles? Y vaya a saber
cuánto más se habrá hecho y a las consecuencias las veremos con el tiempo. Aunque
insisto, la naturaleza tiene un catálogo de los excesos que contra ella
cometimos.
Eso mismo llevado al individuo me hace preguntar cuántas LED nos han
puesto en la cabeza para desorientarnos y hacer cosas inentendibles con
consecuencias tan nefastas como las que pasan hoy en el mundo. En mi país,
Argentina, entre las LED y los cantos de sirenas, me estarían explicando la
realidad actual de mi tierra.
Hoy nos prometen una vacuna y en apariencia, porque hay noticias muy
contradictorias, se probaría en primer término la que nosotros adquirimos, con
nuestro pueblo. Alguien dijo con ironía que al país que nos la proveía le era
más barato probarla con nosotros que comprar cobayos, ¿será?
Pero lo más loco de todo, en este país en donde Macondo queda chico y lo
digo porque como bien lo expresó Gabriel García Márquez: POR FORTUNA, MACONDO
NO ES UN LUGAR SINO UN ESTADO DE ÁNIMO QUE LE PERMITE A UNO VER LO QUE QUIERE
VER Y COMO QUIERE VERLO, lo cual me exime de mayores explicaciones, los
ciudadanos no vemos lo que debemos ver y las autoridades ven lo que quieren y
librado a sus psicodélicas interpretaciones. Bueno, en este país en donde nos
tienen bajo una cuarentena eterna, hubo una persona, Maradona, que con sus
luces y sus sombras, iluminó con su partida todas esas oscuridades nuestras que
como si nada, hoy aparecen olvidadas.
El mundo sufre aún las consecuencias de repetidas olas de este maldito
virus pero nosotros estamos bajo la influencia de otros males que empatan con
la peste y contra los cuales no hay vacunas.
El mundo tal como lo conocemos ya no será el mismo, y nosotros que somos
los eternos camaleones de la vida, una vez más ya no seremos los mismos, porque
hoy es la pandemia, pero venimos de muchísimas situaciones que nos dejaron cabeza abajo y por lo visto se nos promete un
futuro lleno de vicisitudes, que comprenden engaños, relatos, atropellos y
otros males a los que no sé si estamos preparados para enfrentar.
Como lo dije al comienzo, Dios, la vida, Alá o la Pacha Mama creo que se
hartaron de nosotros. Intentemos con un último esfuerzo que nos perdonen, y con
amor y paz nos reinventemos por nosotros y por las generaciones que vienen.
BELLISIMO AMANDA
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos.
Eliminar